miércoles, 21 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD

ASADE DESEA A TODAS LAS AUXILIARES DOMICILIARIAS DE TODA ESPAÑA, QUE EL PROXIMO AÑO 2012 SEA MAS FRUCTIFERO, SOBRE TODO PARA COBRAR NOMINAS ATRASADAS, Y QUE EL CONFLICTO DE ACASA, ASI COMO EL DEL RESTO DE EMPRESAS CON ANIMO DE LUCRO, FINALICE.


POR TODAS NOSOTRAS.

martes, 13 de diciembre de 2011

FORMACION DE CUIDADORAS PROFESIONALES Y FAMILIARES DE PERSONAS CON DEPENDENCIA

Recordamos a todas las mujeres que han acudido a lo largo de 3 meses, a nuestros talleres para la formación de cuidadoras familiares, que la gran labor ha sido realizada principalmente por cuidadoras profesionales, que llevan muchos años efectuando un trabajo social de una grandísima importancia y necesidad para todas las personas dependientes en su domicilio.

Hemos tenido muy en cuenta el perfil de cada cuidadora profesional, es decir, a quien dirigían sus cuidados y  las patologías de los usuarios a los que han atendido.

Nuestros talleres han estado respaldados por profesionales, y la conclusión final que nos han dado los mismos es que una labor de cuidados a personas dependientes requiere una formación continua, y fundamentalmente CUIDAR DE NUESTROS CUIDADORES.

La organización de talleres para cuidadoras  familiares de personas dependientes es muy necesario, ya que adquieren conocimientos imprescindibles para el cuidado diario de sus mayores.

Las cuidadoras tanto familiares como profesionales trabajamos solas, y necesitamos relacionarnos con otras personas, para compartir vivencias, conocimientos, aprendizaje.

Los ejercicios de relajación, los programas llamados "respiro", son fundamentales para conseguir que nuestros cuidadores tengan la fuerza suficiente para continuar con un trabajo que termina desgastando física y psíquicamente, pero que desenvocarán en mejorar el cuidado diario.

NUESTRA ENHORABUENA Y NUESTROS MEJORES DESEOS PARA TODAS LAS CUIDADORAS FAMILIARES, DE PARTE DE LAS CUIDADORAS PROFESIONALES.

VIOLENCIA DE GENERO- DENUNCIAS FALSAS

Hoy os contaré muy a mi pesar, lo que una mujer, en este caso, puede hacer para conseguir una orden de alejamiento de su pareja, y así conseguir ayudas económicas.

Chica joven, conoce a chico joven, tienen relaciones sexuales consentidas, sin tomar precauciones, y se queda embarazada. El asume la paternidad, cuando ella decide seguir adelante con su embarazo. La relación sigue adelante, pero reconocen que la misma debe estar sostenida no solamente de amor, sino de muchas más cosas. La joven da a luz , y él está feliz, asume su partenidad, se comporta correctamente , pero le recuerda que una cosa es ser padre, y otra diferente, ser pareja y convivir juntos.

Ahí empiezan todos los problemas. La joven no lo asume, y entonces planea denunciarle, primero para intimidarle, y luego para sacar dinero de donde sea.

La primera vez no lo consigue, y planea una reconciliación, pero con un solo fin. Que él se confie. Así fue, y en el momento oportuno, lo enfada, lo engaña, y plas..... viene la denuncia.

Denuncia cierta. Hechos ciertos. Chico Tonto, Chica lista. Orden de alejamiento, y chica consigue lo que quería.

Esta historia, totalmente real, tiene que servir de ejemplo, ya que degrada y obstaculiza a toda mujer que denuncia realmente unos malos tratos psíquicos y físicos. La ley contra la violencia de género es clara y rotunda. NO SE PUEDE PERMITIR QUE A UNA MUJER SE LA MALTRATE Y SE LE ASESINE. EL HOMBRE DEBE PAGAR POR ELLO.

Pero NUNCA, una mujer debe efectuar denuncias falsas para su propio beneficio. Y ahí la justicia tendría que caer contra ella, o contra él si se diera el caso.

Y para ello, tienen que estar muy vigilantes, los jueces, los abogados y la propia policía.

Como mujeres no DEBEMOS PERMITIR que interfieran intereses económicos en ALGO TAN GRAVE como es LA VIOLENCIA DE GENERO.

sábado, 10 de diciembre de 2011

DEDICADO A TODAS NOSOTRAS

Escojo cuidar de mí, ser feliz




Hay personas, a veces amigos, que no aportan nada bueno a nuestras vidas. Personas que sólo saben criticar y ver lo malo en los demás. Son personas llenas de rabia, rencor y envidia.

No nos conviene estar junto a personas así. Debemos buscar nuestra felicidad, ver la vida de forma positiva, y si pasamos tiempo con estas personas nos acabarán contagiando y amargando ....

Yo decido ser feliz, tener amistades que aporten a mi vida y no que me estén restando. ¿Y tú, qué escoges?



Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes? Claro que no; pues no tienes porqué recibirlo. Igualmente, cuando una persona se acerca a ti llena de rabia, envidia y rencores te está diciendo que la aceptes con todas esas cargas que lleva. Y no la aceptas en tu vida, ¿para qué? ¿Para hacer que tu vida también sea triste?

DECIDE NO ACEPTAR ESAS MALAS PERSONAS.

Y si te pregunta porqué te alejas de ella, se lo dices con palabras muy claras:

“Tú me haces mal, no aportas nada a mi vida; es más, me quitas mi paz y mi bienestar. Si acepto pasar tiempo contigo me acabaré contagiando por tu forma de ser y de ver todo con tanta envidia y rencor. Eso no me hace ningún bien por lo que sintiéndolo mucho, prefiero alejarme. La envida nunca es sana, el rencor sólo engendra más rencor. Yo tengo carencias, estoy lejos de la perfección y seguramente encuentres muchos fallos en mí, pero quiero ser una persona feliz, disfrutar de la vida, ver el mundo con buenos ojos, y eso junto a ti nunca sería posible.”

Siempre tenemos la opción de elegir

si vivir amargadamente o intentando ser felices.

Podemos pasar por momentos de rabia, rencor y envidia… pero esas emociones no deben albergarse en nuestro corazón de forma permanente, deben ser sólo pasajeras, deben quedar atrás. Es necesario que controlemos esas emociones negativas y todo lo que llevamos dentro de nuestro interior.

YO QUIERO SER FELIZ y cada día trato de serlo, trato de ayudar a muchas personas y no tengo cabida en mi corazón ni tiempo para personas tan amargadas.

Si te reconoces como una persona negativa, que siempre ve problemas en todo y sientes que todos están siempre en tu contra: intenta calmarte. Una vez que lo logres podrás ver las cosas con mayor objetividad, hacerte cargo de tus emociones y no enojarte con las personas que en su momento se alejaron de ti.

Tú al igual que yo, somos dueños de nuestros actos. Has tomado decisiones que te han llevado a donde estás y a ver las cosas como las ves. Debes asumir que tus decisiones tienen consecuencias sobre tu vida y tu visión de la vida. Todo puede cambiar, pero depende de ti y no de los demás. Tú puedes escoger salir de esa amargura que no te deja ver la luz del sol. La decisión es tuya.Ver más

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viernes, 9 de diciembre de 2011

ABSENTISMO LABORAL

Cada día se escucha más en las empresas el término ABSENTISMO LABORAL. En ayuda a domicilio, mucho más, teniendo en cuenta las mutuas que nos cubren las enfermedades y accidentes laborales.

Sin embargo, no tienen en cuenta algo muy fundamental. Las TRABAJADORAS DE AYUDA A DOMICILIO, sufrimos lesiones osteomusculares, debidas a las condiciones del trabajo que desarrollamos. Y también sufrimos enfermedades psíquicas teniendo en cuenta nuestro oficio de CUIDADORAS DE PERSONAS DEPENDIENTES, con enfermedades mentales en toda su extensión.

Por consiguiente, en AYUDA A DOMICILIO, las bajas que tenemos que coger, amparadas por un médico, son bajas provocadas por riesgos laborales.
Amparadas en muchas investigaciones y en declaraciones de expertos psicólogos,  la recuperación física y psíquica es mucho más lenta, porque cuando volvemos a trabajar, nos encontramos con los mismos problemas que teníamos anteriormente a nuestra baja. MALAS CONDICIONES DE TRABAJO.

Y si a ésto sumamos que cobramos sueldos míseros, que no somos bien consideradas, que no seguimos cursillos de formación continuos, y que pasamos de empresa en empresa, con protocolos de actuación diferentes, que nos sancionan por no llevar la bata puesta, por no entregar el parte de alta o de baja, en tiempo y forma, por  ser como un avión de alta velocidad,para llegar a la misma hora saliendo del primer servicio y llegando al segundo, para limpiar todo en un domicilio como si fuéramos exclusivamente personal de limpieza, que nos pasamos la vida en la calle, recorriendo la ciudad de cabo a rabo, para computar 6/8 horas de trabajo renumerado, pero haciéndolo en 10 horas, PUES EVIDENTEMENTE NO EFECTUAMOS ABSENTISMO, SINO QUE NUESTRO CUERPO Y MENTE SE REBELAN CONTRA LA INJUSTICIA LABORAL.

Tomen buena nota, Sres. expertos de la Ley de Dependencia. LAS TRABAJADORAS DE AYUDA A DOMICILIO NO SOMOS MAQUINAS, SOMOS PERSONAS PROFESIONALES, CON LOS MISMOS DERECHOS QUE UDS A TRABAJAR DIGNAMENTE. NO PROVOCAMOS EL ABSENTISMO, COGEMOS BAJAS LABORALES POR SU CULPA.

MUJERES EN EL AMBITO LABORAL - CONCILIACION E IGUALDAD

Según Simone de Beauvoir, las mujeres deseamos ser discriminadas porque en la discriminación encontramos algún tipo de comodidad que nos exhonera de la responsabilidad de ser libres e independientes.

Estamos hablando de una mujer feminista del siglo pasado, con la cual muchas mujeres no comulgamos.

Con lo único que una mujer se sacrifica es con LA MATERNIDAD. Por ello, cuando nos llega a muchas de nosotras la hora de ser madres, por propia convicción, todo pasa a un segundo plano, ya que queremos ocuparnos de nuestros hijos.

Ahí es donde nos topamos con el Techo de Cristal y con la Conciliación de nuestra vida familiar con la laboral.  La conciliación no tiene que significar trabajar menos horas, y ganar menos dinero que el hombre, sino que tenemos que racionalizar los horarios tanto en el trabajo como en nuestro ámbito familiar, y para ello debemos DELEGAR y LUCHAR para conseguir nuestras metas SIN DISCRIMINACION.

CONCILIACION DE LA VIDA LABORAL CON LA FAMILIAR

Con la llegada de las mujeres al ámbito laboral, es decir con trabajo renumerado, no solamente se pretende una igualdad plena de hombres y mujeres, sino que la propia mujer ha incidido en el hecho de que los horarios de trabajo son irracionales y las jornadas son eternas, tal como lo venía planteando el hombre hasta la fecha.

Por ello, el hombre llegaba a su casa,  se encontraba con las tareas domésticas realizadas, y en cantidad de ocasiones, con sus hijos dormidos (si los tenía). La figura familiar presente era la madre, ya que pasaba muchas más horas con sus hijos, que el padre.

Por ello, con la llegada de la mujer al trabajo fuera de casa, las relaciones familiares, las tareas domésticas, pasaron a un segundo plano. Sin embargo, los acompañamientos a los médicos tanto de los hijos como de cualquier otro familiar, seguía siendo cosa de mujeres. La organización de comidas, la limpieza, seguía siendo prioridad de la mujer. La recogida de los hijos de la guardería, de los colegios, también era prioridad de la mujer.

Con la conciliación de la vida laboral con la familiar y la ley de igualdad, se ha intentado y de hecho se ha conseguido en cantidad de hogares, que las tareas domésticas y el reparto de funciones sean repartidas entre los dos cónyuges.

Sin embargo, la reducción de jornada y la excedencia por cuidado de familiar y/o menor, sigue siendo prioritaria en las mujeres. Y ésto es a consecuencia del sueldo más bajo que cobra una mujer en relación el hombre. Y no solamente eso, sino porque la sociedad nos ha enseñado y nos ha inculcado que las mujeres lo hacemos todo mejor. Que cuidamos mejor de nuestros hijos, que limpiamos mejor, que cocinamos mejor, en resumen que somos mejores que los hombres en nuestro entorno familiar.

Pues bien, ante la conciliación de la vida laboral con la familiar, la mujer tiene que anticiparse asentando valores y planeando el futuro inmediato. Tiene que delegar funciones para estar más tiempo con su familia, y fundamentalmente para tener ELLA MISMA, más tiempo libre .

Como dice Nuria Chinchilla, experta en conciliación, hay que desterrar de las empresas el dicho de "ENTRAR A TRABAJAR COMO DIOS MANDA Y SALIR CUANDO DIOS QUIERE".

Hay que eliminar el llamado TECHO DE CRISTAL  (elaborado por los hombres a base de prejuicios machistas) y el TECHO DE CEMENTO. Este último techo obliga a las mujeres a pagar un precio muy alto en su relación laboral y familiar, y verdaderamente no compensa.

Por consiguiente, las empresas deben adaptarse a las mujeres y a los hombres de hoy en día, ya que la verdadera igualdad no significa trabajar más fuera de casa, sino igualar el horario de trabajo con el horario familiar, para CONSEGUIR UNA VERDADERA EQUIDAD  EN NUESTRAS VIDAS.

jueves, 3 de noviembre de 2011

CAMBIO DE DIA Y HORA

EL TALLER QUE ESTABA PREVISTO PARA EL VIERNES DIA 04/11/2011 DE 18:00 A 19:00 PASARA A REALIZARSE EL SABADO DIA 05/11/2011 DE 12:30 A 13:30. EN EL MISMO LUGAR ES DECIR :
 CASA DE LAS MUJERES- c/ Oquendo nº 9

miércoles, 26 de octubre de 2011

NECESIDADES DE LAS MUJERES CUIDADORAS

   NECESIDADES DE LAS MUJERES CUIDADORAS

Y

PROFESIONALES DEL SERVICIO DE AYUDA A DOMICILIO

   

TALLERES DE FORMACION, SENSIBILIZACION Y DIVULGACION



La formación es indispensable para el cuidado de personas dependientes.

La concienciación de las personas cuidadoras sirve para su dignificación, y para ello se han elaborado estos talleres, los cuales les guiarán en su quehacer diario, aumentando la calidad de sus prestaciones.

 
Para ello iniciaremos los mismos, informando sobre:
.- La trayectoria recorrida por las personas profesionales del S.A.D.
.- Lugar que ocupan actualmente las mujeres en el cuidado de personas dependientes.

.- Hacia dónde va la profesión, teniendo en cuenta su VITAL IMPORTANCIA.

INFORMACION PARA PARTICIPAR EN LOS TALLERES

Días : 29 de Octubre – de 12,30 a 13,30 horas

04 de Noviembre – De 18,00 a 19,00 horas.

Lugar : CASA DE LAS MUJERES- c/ Oquendo nº 9

 

Preferencias de admisión : Todas las personas relacionadas con el cuidado de personas dependientes.

 
CONSULTAS E INFORMACION

asociacionasade@hotmail.com

943.45.02.09 /610.80.39.62

lunes, 12 de septiembre de 2011

TALLERES PARA MUJERES CUIDADORAS


LUGAR DE ENCUENTRO: CASA DE LAS MUJERES , c/ Oquendo

talleres subvencionados por LA DIPUTACION FORAL DE GUIPUZCOA


FUTURO DEL CUIDADOR

El modelo de cuidador/a poco a poco va cambiando. Antes el cuidador era alguien anónimo que se encerraba en casa con su persona dependiente y hacía lo que les decían sus profesionales de referencia, como podían. Ahora, los cuidadores cada vez tienen un espíritu más crítico, más capacidad de cuestionar lo que se les dice y por tanto una mayor actitud de búsqueda de recursos.  Las agrupaciones de pacientes y/o familiares no sólo sirven para transmitirse información sino que también se prestan un valioso apoyo, el de aquellos que están pasando lo mismo que uno. Estas asociaciones también tienen una gran labor en la promoción del conocimiento y los avances científicos, de este modo, recaudan dinero, movilizan a los profesionales y sobre todo difunden información y piden ayuda concreta y específica para sus problemas.




Por otro lado, nos ha sorprendido la cantidad de profesionales que tambien de forma altruista comentan y apoyan a estos grupos y demuestran una mayor sensibilidad e interés por sus preocupaciones, inseguridades y desconocimientos. A pesar de que una de las críticas más frecuentes que hacen los pacientes y cuidadores al trato recibido en las instituciones socio- sanitarias suele ser las prisas, la deshumanización y el poco apoyo que perciben de los profesionales.



Y gracias a estas dos conclusiones y sobre todo gracias a las redes sociales, nosotros estamos teniendo la oportunidad de conocer tanto muchas iniciativas como a muchas personas que nos estan aportando un gran conocimiento y realmente están terminando de copar de significado este proyecto que estamos iniciando. Puesto que tanto por los familiares y los propios afectados como por los profesionales, mientras más seamos mejor y mientras más esfuerzos aunemos, cada uno desde sus posibilidades y con sus recursos, pues mejores resultados conseguiremos en la consecución de un objetivo que creo que es común para todos: asegurar y potenciar la calidad de vida tanto de los enfermos y/o discapacitados como de sus cuidadores familiares.



Y para finalizar, quiero mencionar hoy la labor de Belen Zafra es madre de un chico de 8 años con que padece la enfermedad de Sanfilippo y se encarga de la asociación de Barcelona. Hace poco que coincidí con ella y cuando lo hice casi que no sabía en que consistía la enfermedad. Os quiero dejar un link con una entrevista que le hicieron hace poco para la TV,



http://www.intereconomia.com/video/granito-arena/segunda-parte-granito-arena-08-05-2011-video-20110509



no sólo por lo interesante de lo que comentan, por la impresionante demostración de amor que hacen en cada una de sus palabras los dos entrevistados sino también porque se ponen de manifiesto dificultades y dudas ”¿Se le debe decir a un enfermo lo que le pasa y cual es su pronostico? ¿y si es un niño?”.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Saber hacer, estilo y cualidad en el cuidado y la atención


La atención y los cuidados están en los intersticios de las dicotomías más importantes de la provición social. Son como sugieren Daly y Lewis (2000) transfronterizos. Están entre lo asalariado y lo no asalariado; lo publico y lo privado; el espacio doméstico y el institucional; lo formal y lo informal; la familia, el Estado, el mercado, el voluntariado y la comunidad; las prestaciones monetarias y los servicios; las personas cuidadas, las que cuidan y las familias. Se habla, en este sentido, de la intervención de diferentes esferas de la vida social, regímenes de trabajo, políticas, espacios y actores. Si entraramos más al detalle veríamos que incluso en el seno de cada uno de estos cruces, encontraríamos nuevas reparticiones, algunas tan poco reconocidas como la de las hijas desempleadas que cuidan a sus padres a cambio de pseudosalario, reconocimiento y otras contraprestaciones afectivas. Este carácter «trans» del cuidado en tanto cuidado social (Daly y Lewis 2000) se acentúan en un periodo de crisis y reordenación de espacios, titularidades y modos de hacer/estar. Este cruzar fronteras implica que se desarrolla en distintos lugares y gracias a una combinatoria más o menos ajustada.



Desde una perspectiva histórica a lo que asistimos en las sociedades occidentales, no obstante, es a una aceleración de las transferencias de cuidados, en sus vertientes cuantitativas y cualitativas, aunque sabemos que éstas son necesariamente parciales[4]. Una de las más importante es la que se produce desde las mujeres en las familias hacia los servicios particulares y a aquellos con base en el hogar realizados a través de empresas[5]. Estos servicios son, cada vez más, subsidiados por el Estado en régimen de co-pago, tal y como prevee la reciente legislación española sobre dependencia, algo que formaliza y normaliza la precariedad de las cuidadoras familiares y las empleadas subcontratadas[6]. Junto a ellos conviven otros acordados privadamente, de carácter intensivo, aún más informales y vulnerables en los participa un creciente número de inmigrantes.



Una de las causas de esta transferencia reside en la mutación subjetiva que han protagonizado las mujeres, un cambio enorme que ha revolucionado el mundo y que curiosamente ha dejado incuestionada nuestra concepción de la vida: atender a las personas es una actividad socialmente desvalorada, invisible, de la que conviene huir como buenamente se pueda. Todos, nosotras las primeras, alentadas por el mundo laboral, deberíamos salir huyendo. Buena parte del feminismo se manifiesta aquí como un buen heredero de la Modernidad. Otra es que el desarrollo del Estado del Bienestar nunca llegó a entrar en este terreno, más cercano a lo íntimo y lo personal; en Europa no se produjo o se produjo de forma marginal y excepcional una transferencia de los cuidados familiares hacia el Estado[7], aunque hoy sí se produce una mercantilización de los mismos. Aun otra tiene que ver con el escaso cambio en el reparto de las tareas en los hogares heterosexuales, algo que no sólo afecta a la carga (contable) de trabajo, sino también a los afectos, a las identidades de género, a las relaciones intergeneracionales, a las formas del amor, a nuestra culturas del cuidado de sí y de los otros y a nuestras concepciones acerca del cuerpo y la existencia en general. La presión que ejerce la flexibilización y el alargamiento de la vida acentúa el impulso de determinados hogares y mujeres a transferir[8].



Desde esta perspectiva, la socialización de los cuidados de organizar la provisión (Narotzky 2007) en sus modos, formas de regulación, ámbitos, actores, etc., se revela como biopolítica. Además, las modalidades históricas del cuidado y la atención como creadoras, continuadoras y reparadoras de vidas (Fisher y Tronto 1991) aparecen socialmente cualificadas de acuerdo con determinados modelos socioculturales. Transferir implica, por lo tanto, modificar nuestras concepciones de qué es el cuidado, el «buen cuidado», además de quiénes y cómo deben llevarlo a cabo.



Trabajo o afecto



El carácter transfronterizo del cuidado y la atención que he señalado anteriormente se nutre de las indefiniciones que los atraviesan. Los cuidados, en una perspectiva situada necesariamente histórica, son varias cosas al mismo tiempo. Entonces, ¿desde dónde los tomamos?



Concebimos, sobretodo desde el feminismo, el cuidado como una actividad, un conjunto de actividades que sostienen la vida. Cuando hablamos con las cuidadoras profesionales o cuando cuidamos a alguien, cuando nos cuidamos, lo vemos con claridad. Se trata de levantar, bañar, hacer y dar la comida, vestir, cambiar los pañales, ayudar en la casa y en la calle…, pero también ayudar a gestionar el dinero, ir al médico… pero también acompañar, dar afecto, charlar. Labores simultáneamente físicas y emocionales que representan, todas ellas, un esfuerzo (coextensivo o no con la satisfacción). Cuando ese esfuerzo cae únicamente en una persona, un colectivo, se transforman en una sobrecarga, entonces la parte de satisfacción se difumina y emerge como obligación y además como obligación externa, contraria, en nuestro imaginario, a la acción y a la libertad. El desplazamiento de esta actividad y su concepción como trabajo, vinculado a las necesidades, a la demanda, al cansancio, a la parte instrumental, al reparto y a la falta o déficit de salario y derechos, al desvelamiento del poder en la familia ha sido peleada a lo largo de las últimas décadas. Al fin y al cabo el trabajo y más concretamente el trabajo asalariado era y sigue siendo nuestro marco de referencia para pensar la desigualdad, la explotación, la justicia, la redistribución, el reparto, los derechos, la organización, etc., casi todo lo concerniente a la vida política pública. El cuidado es un trabajo y debe recibir tal consideración. Pelear ha consistido en visibilizar, desesencializar, desmitificar, narrar, contabilizar, resocializar, reconocer la complejidad y en algunos casos profesionalizar. Hoy reconocemos, todos reconocen, que el trabajo de cuidados es mucho, no es fácil, apenas deriva derechos y está mal repartido.









A pesar de la preeminencia de este marco, los cuidados se han mantenido resistentes y no sólo por condicionantes de tipo externo, su tradicional desregulación sin ir más lejos, sino fundamentalmente por la ambivalencia en la que se dirimen sus dimensiones afectivas (Himmelweitt 1995). Tenemos serias dificultades para ver el trabajo afectivo en el cuidado como un trabajo cualquiera porque percibimos que el vínculo antecede y excede a la relación laboral, y esto se deja sentir incluso en los servicios más formalizados. La empleada se encariña, transfiere afectos desde otras personas a los que atiende de forma asalariada, le cuesta despedirse aunque sus condiciones laborales sean injustas, no acierta a la hora de poner límites, etc. Si esto sucede en los servicios, imaginemos qué ocurre en el entorno personal y familiar.



Una segunda concepción presenta los cuidados como disposición o como sentimiento moral que, en esta ocasión, nace de la práctica. «El cuidado –sostiene Izquierdo– más que una actividad o grupo de actividades particulares, es una forma de abordar las actividades que surge de la conciencia de vulnerabilidad de uno mismo o de los demás» (2003, p. 5)[9]. Si mientras desde la actividad/trabajo tendemos a menospreciarlo, desde la conciencia situada nos resulta mucho más fácil valorarlo y reclamarlo como ética pública[10]. En este campo de juego podemos decir muchas cosas. Podemos, por ejemplo, criticar el poderoso y resistente mito liberal del ciudadano individual, autosuficiente, autosatisfecho, autónomo. Al fin y al cabo, la vulnerabilidad y consiguientemente el cuidado es lo que nos hace humanos al señalar nuestros límites y ponernos necesariamente en relación (Butler 2003). Podemos, en un paso desesencializador, revisar el carácter normativo que reviste la gestión de la vida, la habilitación y la atención de los cuerpos productivos en tanto cuerpos sexuados, racializados, (dis)capacitados, (in)sanos, con edad, etc. ¿Qué cuerpos merecen cuidados? ¿Qué es cuidar? ¿Qué tiene que ver el cuidado con el sometimiento, la obediencia, la normalización? ¿Quién debe hacerlo? Podemos además refundar la ética, universal y no de género, clase o raza, desde el cuidado y la ciudadanía como cuidadanía, situando el cuidado en el centro de la vida social (Precarias a la Deriva 2006), explicitando y reformulando no sólo su reorganización sino también, con ellas, sus modos de sometimiento y enajenación, así como sus potencialidades para una vida buena. Desde este lado, podemos reconocernos con mayor facilidad no sólo como cuidadoras perpetuas y saturadas, sino también como cuidadas, condición que no es únicamente consecutiva, temporal, sino simultánea. La atención es un derecho fundamental, una condición para la vida cualificada. Desde este lado nos encontramos mejor con las reveladoras concepciones de la diversidad funcional promovidas por el movimiento Vida Independiente, aunque éstas sean alérgicas al término «cuidado», por entender su inevitable apelación a la familia, a la obligación, a la unidireccionalidad, al victimismo y, en definitiva, a la relación de dependencia[11]. Estas mismas evocaciones, aunque desde la posición inversa, hacen que las profesionales de la atención rechacen de plano este mismo término. El cuidado es familiar y la atención/asistencia es profesional y es mejor. Finalmente, desde esta orilla, cobran sentido algunas reclamaciones feministas relativas al «derecho a cuidar» (frente al tradicional «derecho a no cuidar»), desde el que hoy el feminismo de la ruptura (Pérez Orozco 2005) cuestionan las bases de la sociedad salarial flexible y las políticas de conciliación (Vega 2003).



Así pues, nos encontramos la negatividad del trabajo, sobretodo del trabajo «sucio» (Anderson 2000) de los cuidados, marcado por la carga, la repetición y el tratamiento injusto y deficitario de una actividad feminizada de la que ya nos hablara Beauvoir, y la humanidad, redefinida como diversa, siempre en relación pero siempre deseosa de autodeterminación. Creo que el debate se irá inclinando con fuertes dosis de vaguedad hacia esta segunda concepción, la que une el cuidado, más allá del empleo precario o de la crítica a la familia, con la reformulación de la ciudadanía, aunque evidentemente, los cuidados y la atención son cada vez más servicios intensivos, precarios y poco valorados, también promovidos y celebrados por el Estado como «cuarto pilar» que define un tipo de sujeto y un tipo de derecho basado en la «dependencia». Esto nos obliga a contener o matizar su sentido de disposición generalizable. Sencillamente lo contenemos, también para resituar los términos de un debate en el que participan, tensionadas, ambas orientaciones. Vamos, al menos de momento, zigzaguiando.



Motivación o identidad





Pero, ¿porqué tanta resistencia? A menudo esta doble consideración del cuidado más del lado del trabajo y/o del de la disposición basada en el afecto aparece entremezclada con tres problemas que nos dificultan encontrar un lugar político preciso y cómodo para tratar el cuidado.



El primero tiene que ver con la motivación. Para Folbre (1995) hay tres motivaciones para cuidar a alguien: altruismo, reciprocidad a largo plazo y sentimiento de cumplir una obligación o responsabilidad. Es decir, ideas de amor, deber y reciprocidad. Tal y como nos han mostrado algunas autoras, éstas motivaciones no son incompatibles, pueden aparecer de forma simultánea, también en las relaciones personales. En cualquier caso, existe, según insiste Folbre (2003), una motivación intrínseca. La gente lo realiza por razones que van más allá del dinero, aunque perciban un salario por cuidar. Pensamos en él como algo que implica un sentido de compromiso o pasión por la persona cuidada, y esto garantiza que se desee realizar con unos criterios de calidad altos. Esto sucede en cualquier servicio personal, sin embargo, la atención y el cuidado son especiales en tanto en cuanto desvelan los lugares en los que la vida se revela más vulnerable e interdependiente[12].



En cualquier caso, esta motivación intrínseca con frecuencia se confunde con la aproximación familista que a menudo se ofrece de los cuidados. Cuidar se asocia con querer, haciendo aflorar nuestra visión moderna (interés vs. altruismo), familista/machista, y en nuestro caso, católica, es decir, sacrificial de los cuidados. Hasta hace no mucho ésta era, en realidad, sigue siendo nuestra idea del buen cuidado; en definitiva, y aunque lo neguemos en público queremos que nos cuiden «los nuestros».



Afirmamos entonces que para cuidar bien no es necesario querer a la persona a la que se cuida, pero sí querer y procurar su bienestar; en palabras de las empleadas de la atención, «estar por ella». Cuidar, atender, nos implica, y esto nos conduce irrevocablemente a la socialización, y en último término a la identidad, a la feminidad. Nuestro segundo problema. Las mujeres hemos sido socializadas en la atención a los demás, especialmente las mujeres empobrecidas y racializadas (Graham 1983). La vocación, nacida de la experiencia, se solidifica transformándose en identidad; las propias profesionales sienten, como decía, la necesidad de despojarse de este lugar ya asignado mediante las palabras. «Cuidar [frente a atender] es un trabajo más de permanecer en el domicilio, como más maternal». Torns llega a caracterizar la relación de las mujeres con el cuidado de los suyos como un «saber estar (frente a un saber hacer) plenamente disponible en situación de subordinación» e Izquierdo, dando un paso más, nos alerta ante la relación, invisibilizada, entre cuidados y coerción. Cuando la única forma de reconocimiento que tiene una mujer proviene del valor inconmensurable y subjetivo de la relación con el otro, el éxito o fracaso de la misma se confunde con el éxito o fracaso de una en tanto sujeto[13].



Para salir de esa encerrona afirmamos frente al saber estar, un saber hacer al que cabe interrogar. En efecto, atender equivale a realizar un «trabajo» relacional, es una forma de restituir el bienestar de la otra persona mediante el contacto. A menudo el contacto, como bien sabemos, es más beneficioso que la parte instrumental de la actividad. Pero no se trata de cualquier forma de contacto, sino de aquella que introduce determinado estilo. Y el estilo, lo que aquí llamamos cualidad, cambia histórica y culturalmente. Lo que en un momento dado hemos considerado bueno, ahora podemos tomarlo como pernicioso. No hay nada natural en el cuidado, aunque constatar la necesidad colmada en el día a día contribuya a su naturalización. Sencillamente dejamos de percibirlo como un don de bienestar.



Hoy nuestras concepciones del «buen cuidado» son una mezcla poco pacificada de (a) nuestra tradición familista y católica[14], y sus ideas de dependencia, sufrimiento, obligación en relación a la maternidad, el envejecimiento, la muerte, etc., (b) de la impronta que ha dejado la reivindicación de algunas actividades reproductivas como trabajo y como empleo, como derecho, con su orientación profesionalista, universalista y unidireccional y (c) de la lógica actual de los servicios caracterizada por la dosificación, la extitucionalización, la autoresponsabilización, la eficacia, la adaptabilidad, la precarización y la fragilización e hipercodificación del vínculo. Estas lógicas se cruzan hoy, además, con las transferencias globales de cuidado en la migración. En ocasiones estas lógicas se acoplan, en ocasiones se oponen, como cuando la mujer que realiza un servicio de atención tiene que cortar por lo sano reclamaciones de personas ancianas que buscan hijas o sirvientas «a la antigua usanza»; «yo –afirman las empleadas– estoy aquí para antenderle a usted, no para hacerle de chacha» o cuando una empleada inmigrante negocia la contraprestación económica y los derechos con o a pesar del afecto (Caixeta et al. 2004).



Saber hacer, estilo y cualidad en el cuidado y la atención



Pero este saber hacer al que aludíamos, ¿de qué está hecho? Ya hemos dicho que puede «nacer» como vocación producto de una determinada socialización, pero sólo se realiza en la experiencia de cuidar, en el vínculo que (re)genera, en la deliberación y resolución del día a día, en la consecución del bienestar en tanto respuesta. Ahí se realiza su valor.



Los rasgos del hacer relacional han sido descritos en términos generales: particularismo, alto grado de contextualización, enorme flexibilidad, y por tanto creatividad en la ejecución. Bubeck piensa los buenos cuidados a partir de la siguiente combinatoria: flexibilidad en la respuesta, respeto en la consideración de la otra persona («tono adecuado») y seguridad en el cuerpo a cuerpo («toque seguro»).



La introducción de códigos profesionales en los servicios de atención ponen de manifiesto que hablamos de un saber hacer en plural. De hecho, muchas asistentes cuestionan las prácticas profanas acusándolas de familistas, mientras muchas cuidadoras particulares, entre las que se encuentran inmigrantes, se manifiestan en contra de la deshumanización e hipercodificación que domina el trato en los servicios internos e incluso en los domiciliarios acudiendo a argumentos culturales para justificar su rechazo. Las asistentes domiciliarias critican los criterios de empresas, trabajadoras sociales e instancias públicas que subcontratan y se limitan a seguir protocolos prefigurados. Como decía, la práctica del buen cuidado está en disputa. También las relaciones entre hijas, esposas, madres y profesionales está plagada de diferencias en los modos y expectativas (que no atañen únicamente a las condiciones laborales). Las valoraciones y deseos de algunas personas cuidadas, que reclaman estilos basados en la independencia, la personalización, la proximidad, la participación y la dignidad no siempre responden a los estilos de cuidado que tenemos. Todos estos sectores o personas y algunos más reclaman la realización, como dice Folbre, de un trabajo de calidad, sin embargo, los criterios acerca de qué sea un trabajo de calidad afectivo y efectivo no siempre son comunes. Pero veamos más en detalle algunos aspectos de dicho saber hacer.



En lo que se refiere al particularismo, el énfasis en el «otro particular» y el contexto, impulso iniciado por Gilligan (1982) al hablar de un ética basada en el cuidado, ha sido matizado por algunas autoras. Extender una disposición pública hacia el cuidado no implica rechazar el universalismo o la justicia, quedándonos en una ética o una experiencia que nos debamos reservar para nosotras, o que no mire más allá de la situación inmediata. En definitva, el cuidado no puede aislarse de las condiciones sociales en las que se produce y éstas son específicas para los sujetos implicados, pero también se entrelaza con dinámicas de carácter más general[15]. Ni el cuidado ni la atención viven de espaldas a la deliberación en la medida en que estiman y habilitan recursos, tiempos, disposiciones individuales y de grupo. Deberíamos retener esta movilización reflexiva y creativa, que no se refiere únicamente a la componente técnica, sino también a la emocional. Es indudable que el cuidado y la atención introducen un fuerte componente de singularización, de estilo propio hacia un otro particular y de vuelta. La cocina, la atención al cuerpo, las formas de comunicarse, la definición y limitación de la intimidad, el modo de mover y moverse, ponen todo esto en evidencia. Pues bien, todo esto implica la actualización de criterios, desplazamientos subjetivos, negociaciones múltiples y a diversas bandas.



La gestión de la atención entraña la definición de una situación cambiante y la identificación de necesidades concretas (de asistencia, educación en hábitos, acompañamiento). De parte de quien atiende, ésto requiere numerosos desplazamientos subjetivos hacia el otro. En algunos realizamos una alineación deliberada. Tal y como lo explican algunas profesionales de la atención, hay un momento de escuchar y comprender los «yoes exaltados», afirmando ese «estar por la otra persona» con radicalidad. Pero también hay un momento de objetivación en el que se define un contexto y un lugar de intervención; «te sitúas en el caso». Entonces se proyecta y delimita la posición de cada cual y se interrogan las cualidades del intercambio: autonomía, participación, dignidad, autoestima, intimidad, proximidad, motivación, valoración de la diversidad, etc., para elaborar un plan abierto pero dirigido. Así lo cuenta una empleada en los servicios de proximidad:



Era una señora mayor que tuvo una caída, el hijo se ocupa. Bueno, en la primera visita yo vi un calentador y resulta que no iba. El plan del ayuntamiento que teníamos que cumplir era la higiene, nunca la habían bañado ni visto desnuda. Había que conseguir una higiene y que colaborara en las tareas. Ella no podía salir al exterior porque había escaleras. Pues resulta que esta señora desde la primera visita tras la caída, pasadas dos semanas, ya corría por el domicilio. Desde que fue la trabajadora social, pues la situación ya había cambiado. Entonces, hacerle la higiene… No, porque esta señora tiene mucha vergüenza. Lo único que he podido tocarla son los pies. Pero esta señora tenía auténtica fascinación por salir a la calle y comprar y pasear. Es lo único que quería, alguien que la acompañara a la calle. Pero la faena era lavarla los pies. Es una señora con 80 y pico, y no quiere que la vean desnuda. No puedo trabajar bien, el calentador no existe. Ella quiere ir al pan y a la peluquería. Pues ya está, ¡hazla feliz! ¿Nosotras a qué vamos? A que el servicio sea efectivo según el perfil de lo que necesita. La chica ya ha podido lavarla. Lo ha conseguido porque ha ido trabajando de a poquito. Ganándose de a poquito su confianza. «No se preocupe, vamos a pasear». Y ella se motiva. Ha dado la vuelta al domicilio.



Las cuidadoras particulares describen procesos similares, caminos flexibles para realizar el trabajo.



Siempre le pregunto qué es lo que quiere hacer, nunca lo que yo quiero hacer. Le pregunto si quiere pasear, pintar. Le saco un dibujo, le saco otro, lo guardo si se cansa. La paseo, la pongo al sol, le digo, ‘yaya, cinco minutos porque mucho sol no te hace bien’. Primero le echo crema en la cara. Luego vamos a la sombrita, pero ella quería seguir al sol. La puse bajo un árbol donde los rayitos pasaban sin quemarla.



La proximidad es una condición necesaria para realizarlo, sin embargo, en ella reside una de las dificultades fundamentales del cuidado como actividad y como disposición. Cuando preguntamos a las cuidadoras profanas, aquellas que no han pasado por un proceso formativo reglado, muchas afirman que no existe diferencia entre cuidar a un familiar o a una persona a la que se presta un servicio; en palabras de una empleada domiciliaria, «se confunde el trabajo con la relación». Dejando a un lado las dimensiones que afectan a la negociación de las condiciones laborales, esto conlleva toda una serie de problemas emocionales que se agravan en el caso de las cuidadoras inmigrantes alejadas de sus seres queridos; «en el corazón de una está el dolor de ellos», «pienso que esta persona puede ser mi madre», «bendito dios, mi padre también está sólo y yo quisiera darle ese cariño que también se lo merece. Es el único momento en el que me pongo mal», «lo hago porque quiero, eso no me lo pagan. Me he encariñado».



Desde la asistencia domiciliaria y en residencias se ha desarrollado un protocolo para limitar la implicación. Las trabajadoras afirman que es necesario para cuidar bien, así como para protegerse del impacto emocional que implica cuidar a alguien. Repiten y se repiten: «no soy su hija», «no soy su chacha», «no acepto regalos», «no juzgo», «no hablo de mi vida personal», «no doy mi teléfono», simplemente, aquí y ahora, «estoy por ella», es decir, afectar sin dejarse afectar o viéndose afectada únicamente en lo que se refiere a la consecución del bienestar (Vega 2006). De ahí la insistencia en separar el cuidado (familiar, personal) de la atención (profesional). Sin embargo, ellas mismas confiesan que en muchas ocasiones la medida no proviene de su saber hacer, de sus ejercicios de acercamiento y distancia, subjetivación y objetivación, sino de la dinámica de presión a la que se ven sometidos los servicios o de una trayectoria que desde la propia mirada se escapa, como en cualquier relación, al sentido de la actividad y de la relación.



(…) yo intento ser, no dura, pero intento no implicarme, y es que no puedes. Llegas a un punto donde ves las carencias que tienen, que están en una casa que se cae a pedazos, que nadie le dice «¿cómo estás?», que nadie les hace una caricia. ¿Cómo no sentir esa parte? ¿Cómo ponerte dura y decir «bueno, ahora no puedo ir». Te duele, a veces me voy mal. Y tengo que seguir porque tengo que ir a otra casa y la otra señora me necesita también.



(…) tú conoces la necesidad que tiene esa persona y tratas de procurar bienestar, pero claro, como persona ajena a esta problemática puedes ver de forma objetiva en el presente, y realmente es como lo has de ver, de forma objetiva tu implicación, porque no puedes estar viendo todo lo que hay detrás; yo me desentiendo de lo que ha podido haber o de lo que puede haber. Yo por ejemplo puedo decir «llego hasta aquí», igual tú dices, «pues yo sí me voy a involucrar más, yo voy a andar más y voy a mirar los motivos personales porque creo que son importantes para resolver este problema». Igual yo no quiero llegar a esos motivos personales para llegar a un objetivo. Está claro que tú, como persona que va una hora al día, tampoco vas a solucionar ningún problema. Tú estás procurando que en la vida cotidiana no haya un empeoramiento, pero no puedes resolver los problemas familiares de toda una vida.



Unas y otras coinciden que para trabajar hay que conocer a la otra persona, sin embargo, junto a la limitación de la implicación personal, se restringe el acercamiento biográfico a la otra persona. «Tú –comenta una profesional domiciliaria– no puedes llegar a entender porque no conoces su pasado, el pasado de esa familia». Las necesidades y demandas se elaboran en un sentido inmediato, siendo esto lo que diferencia el cuidado personal de la atención en la que no hay expectativas de reciprocidad, no se presupone o se buscan sentimientos y valores compartidos ni experiencias vividas.



En esta breve presentación ya vislumbramos los retos que nos plantea el cuidado como servicio o como relación. Como servicio, trabajo, la tendencia para salvar los procesos de (auto)explotación o falta de derechos y reconocimiento, incluso de déficit individuación es medir y limitar la implicación, codificar el encuentro a través de una serie de protocolos. Como relación, vínculo basado en afectar y verse afectada se abre el interrogante de qué culturas del cuidado queremos y podemos compartir en lo público interrogando nuestras tradiciones liberales, familistas y machistas. Atravesando la práctica discernimos modos del buen cuidado y reclamaciones de las personas cuidadas que se disputan en el terreno de los servicios, particulares o subcontratados, y en el de las relaciones personales y sociales las ideas que subyacen al cuidado cuando éste se sitúa en el centro de la política: la autodeterminación del propio cuerpo, el sentido del bienestar para todos, la singularidad pero también la socialización, la creatividad a la hora de solucionar problemas y necesidades impulsando la autoorganización, como ya hace el Foro de Vida Independiente a través de sus Oficinas de Vida Independiente, la proximidad no como reducto sino como punto de partida para habitar todo el mundo, la reelaboración de un sentido de la vida para la enfermedad, la vejez, la diversidad, la reciprocidad sin servilismo. Posiblemente repensar las cualidades para una reorganización social de los cuidados o a la inversa, pensar la reorganización para plantear las cualidades nos sitúe hoy ante una de las oportunidades más importantes para imaginar la ciudadanía

LA IMPORTANCIA DE UN GRUPO O RED DE APOYO

 Cuidar a una persona que padece un trastorno demencial genera altos costos tanto físicos como emocionales y financieros. En Latinoamérica, el 80% de los pacientes son atendidos en sus hogares, los familiares y cuidadores primarios de los pacientes presentan problemas y necesidades que son producto de las tensiones relacionadas con el cuidado diario, los integrantes de la familia, en su mayoría, no conocen la enfermedad ni están preparados o capacitados para proporcionar cuidados. Muchas personas que atienden o cuidan este tipo de pacientes deben desempeñar papeles nuevos dentro de la familia, y en muchas ocasiones, ocupan significativamente más tiempo en actividades de atención y cuidado al paciente que en actividades propias, todo esto conlleva a una gran descarga física y emocional por parte del cuidador.



También, es frecuente que la familia de un paciente con demencia se queje de la falta de información que se les proporciona sobre la enfermedad, sus cuidados básicos, su tratamiento, y en general información que les permita entender todas las variables asociadas al padecimiento.



Por lo tanto, el abordaje de un trastorno demencial debe ir más allá del tratamiento médico del paciente, éste debe considerar al paciente y su núcleo familiar desde una visión integral, psicosocial que involucre a un equipo multidisciplinario. Contar con una sólida red de apoyo que incluya a familiares y amigos, son formas importantes por medio de las cuales las personas encargadas de proporcionar cuidados pueden ayudarse a sí mismas a manejar el estrés de cuidar a un ser querido que padece demencia.



Estar bien informado sobre la enfermedad también es una estrategia importante, útil y efectiva, participar en programas de educación para la salud en donde se informen a las familias sobre diferentes aspectos de la enfermedad, provee ayuda vital a los cuidadores. Los grupos de apoyo siempre han sido una característica importante de los programas educativos dirigidos a estas personas que cuidan pacientes con demencia y han resultado de mucha utilidad en especial para el cuidador primario.



Los grupos de apoyo están diseñados en forma importante para satisfacer las demandas de los cuidadores, para ayudar a los pacientes y familiares a entender la enfermedad y aprender a convivir con ella, son responsables de lograr una atmósfera cálida y de apoyo en la cual cada uno de los integrantes se sienta importante. El papel de la familia en el cuidado diario, la planeación legal anticipada, estrategias de cuidado en el hogar, cambios conductuales que pueden presentar los pacientes, el desarrollo de estrategias flexibles y prácticas para manejar situaciones difíciles, son temas de gran relevancia para los asistentes a las reuniones, pues el respaldo sostenido a los cuidadores es sin duda un factor determinante en la salud de paciente. Es así como los grupos de apoyo son reconocidos como un instrumento terapéutico de gran utilidad, ya que promueven la mejor calidad de vida de los pacientes.



Los grupos de apoyo se enmarcan y se basan en la importancia de las redes sociales. Permiten a sus miembros contar con un soporte emocional, una red social de apoyo, tener la posibilidad de compartir información y alcanzar metas como grupo, dar un espacio y guía a personas en condiciones de vulnerabilidad que padecen enfermedades difíciles de manejar, como es el caso de la demencia, y generan aprendizaje sobre la importancia de agruparse.



Es importante que los médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras y en general los profesionales de la salud, que tengan contacto con pacientes con algún trastorno demencial, estén actualizados en cuanto a la información sobre el padecimiento y todas las alternativas de cuidado y apoyo que se puedan proporcionar a la familia, ya sea a través de un grupo de ayuda o una asociación de su localidad.



Dra. Yaneth Rodriguez-Agudelo



Yaneth Agudelo Rodriguez Ph.D., tiene una Licenciatura en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia, una Maestría en Neuropsicología de la Universidad Nacional Autónoma de México y un Doctorado en Ciencias Biológicas de la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana en D.F., México. Su puesto actual es como Jefe de Departamento de Neuropsicología en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía MVS, D.F., México. Ella también es Investigadora del Sistema Nacional de Investigadores.

lunes, 29 de agosto de 2011

Los cuidadores del enfermo terminal

Los cuidadores del enfermo terminal

LOS CUIDADORES DEL ENFERMO TERMINAL



Publicado el 24 / agosto / 2011 por Nuria Blanco Piñero

Cuando la muerte aparece como la única posibilidad certera para el futuro más o menos inmediato de nuestro enfermo, se produce una nueva desestabilización emocional en el núcleo familiar comparable sólo a grandes rasgos con la que se produce cuando se diagnóstica la enfermedad. El enfrentamiento de este momento, que implica el final de la labor de cuidado, conlleva, por un lado, la elaboración de las angustias y miedos del propio cuidador y su preparación para el duelo y por otro, el acompañamiento durante el proceso de afrontamiento y preparación de nuestro propio enfermo.



Es habitual que la muerte despierte temores y vulnerabilidades en todos nosotros, cuando tenemos que vivir el proceso de muerte de alguien cercano se entrelazan los propios con los de nuestro enfermo. Todos los implicados en la muerte de un enfermo, ya sean profesionales, familiares o amigos deberán aprender a identificar que procesos son los personales y cuales los de la otra persona. El perjuicio que supone no hacerlo y no enfrentarlos con cierta objetividad recae sobre el apoyo y calidad de cuidado que podremos prestarle al enfermo moribundo. De este modo, aquellos familiares que no se detienen a valorar, elaborar y cuidar su estado emocional, suelen dedicar un tiempo y esfuerzo ingente al cuidado de su enfermo sin tener la capacidad de acompañarle y apoyarle en sus angustias e inseguridades.

Así, para poder dar respuesta a las inquietudes del enfermo terminal, tanto los profesionales como los familiares necesitan poseer recursos personales suficientes para enfrentar todo el proceso de morir. Casi todo el mundo dispone de dichos recursos si bien no todos tenemos las mismas facilidades para hacer usos de ellos. Quiero decir con esto que, la inmensa mayoría de los cuidadores tienen la capacidad de querer a sus enfermos y de estar dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos, y muchas veces más, por ellos. Del mismo modo, casi todos los profesionales implicados en el cuidado del enfermo moribundo, suelen mostrar su lado más humano en estos momentos. Sin embargo, no todos tenemos las mismas capacidades para enfrentar y dar significado al proceso de morir y a la muerte en si. En función de las creencias de cada uno, ya sean religiosas, espirituales o filosóficas, así enfrentaremos estos momentos. Sea cual fuere la aproximación que los cuidadores profesionales o familiares hagan a este final de la vida de su enfermo, en muchas ocasiones se hace necesario un apoyo psicológico tanto del cuidador como del propio paciente para facilitar el afrontamiento de estos momentos y garantizar un final digno y sereno de nuestro enfermo.



Esta, como muchas de las entradas que ya hemos hecho en este blog, no son más que una pequeña introducción de cada uno de estos ámbitos que, proximamente iremos profundizando tanto desde la experiencia clínica de este grupo de trabajo, de la bibliografía existente y de interesantísimas colaboraciones que estamos preparando. En nuestra línea de querer hacer que este sea un foro interactivo con todos los interesados del tema os queremos proponer un par de cuestiones: ¿se debe hablar de su próxima muerte con el enfermo?, ¿estais de acuerdo con que casi todo el mundo tiene recursos suficientes para enfrentar el cuidado de un paciente terminal?.



EL CUIDADOR DEL ENFERMO TERMINAL



Publicado el 25 / agosto / 2011 por Nuria Blanco Piñero

La entrada de hoy es en respuesta al escrito que nos ha enviado Cecilia, el cual no publicamos por lo íntimo y personal de los contenidos. Sin embargo, no queremos dejar pasar lo valioso de su testimonio. De él se desprende la importancia de la labor de los cuidadores familiares cuando el sistema social y sanitario no funciona. Es cierto que la legislación sobre Cuidados Paliativos y de “Muerte Digna” y la regulación de la asistencia en los momentos finales de la vida, son relativamente recientes. Y también es cierto, que a pesar de que las intenciones de los profesionales suelen ser buenas, la falta de recursos materiales e institucionales y el ajuste de los profesionales a los nuevos protocolos de actuación pueden llevar a ciertos errores de procedimiento, que gracias a la buena disposición de los facultativos y los familiares están siendo cada vez menos.

No obstante, son testimonios como el de Cecilia, el que han despertado las inquietudes de las Instituciones para el desarrollo de estas políticas de actuación. En este testimonio se recoge la experiencia de un cuidador que vive un amor profundo y leal ante un enfermo terminal, una vivencias de abandono por parte de la familia y los amigos y la soledad que esto puede generar en el cuidador y en el paciente. Mientras que nos comenta que su enfermo sufrió una agonía y muerte dolorosa, sin lograr un final tranquilo y carente de sufrimiento. Efectivamente, experiencias como ésta son las que alimentan los miedos e inseguridades que todos tenemos o hemos podido tener ante la terminalidad de algún familiar y que gracias a los avances que se están consiguiendo, cada vez son menos frecuentes. Sin embargo, aquellas personas que han vivido circunstancias como ésta que nos comenta Cecilia, sufren procesos dolorosos de duelo con evoluciones complicadas debido al sufrimiento que han visto que sus familiares han padecido y que anulan las sensaciones de bienestar y satisfacción que genera el saber que se le ha dado todo lo posible a nuestro ser querido enfermo.

Agradecemos el comentario de Cecilia, no sólo por la confianza, sino también por la oportunidad que nos ha dado para reflexionar sobre la importancia y la gran repercusión y trascendencia que tienen las políticas de Paliativos y “Muerte Digna” de cara a garantizar la calidad de vida del paciente terminal y facilitar el proceso de cuidado y duelo de sus familiares cuidadores. ¡Muchas gracias, Cecilia y ánimo!.



LA AUTONOMIA DEL ENFERMO DEPENDIENTE



Publicado el 29 / agosto / 2011 por Nuria Blanco Piñero

Hoy queremos aportar una reflexión que se ha convertido en uno de los grandes caballos de batalla en el apoyo e intervención psicológico con los cuidadores/as de pacientes dependientes, sea cual fuere la patología que les afecta. Este no es otro que la promoción de la máxima autonomía posible de nuestroenfermo/a o discapacitado/a, ya se encuentre en fase de rehabilitación, crónica o ya en fases terminales.

Puede parecer que cuidar de un enfermo/a o discapacitado/a consiste en, además de cubrir sus necesidades básicas y garantizarle el mayor bienestar posible, en hacérselo todo pueda o no hacerlo por sí mismo. Es como si pensaramos que el hecho de que tengan que hacer un esfuerzo por conseguir algo les va a repercutir negativamente en cuando a la evolución de su enfermedad o calidad de vida. Y poco a poco vamos potenciándoles las conductas de dependencia y un mayor infantilismo, con toda la buena voluntad del mundo, puesto que normalmente lo que pretendemos es aligerar el desarrollo de las distintas actividades cotidianas, evitarles la frustración, etc….

Sin embargo, esta tendencia que solemos tener a la hora de cuidar de nuestros enfermos/as o discapacitados/as no resulta nada beneficiosa ni para el paciente ni para el propio cuidador/a. Para el enfermo/a, porque se acostumbra a no esforzarse, a no superarse y se pueden ir intensificando las inseguridades y temores que pudiesen tener. Para el cuidador/a, porque con la sobrecarga que ya supone las labores realmente necesarias para la atención del enfermo/a, estas otras tareas que no son necesarias redundarán en ello.

Muchas/os cuidadoras/es con los que hemos trabajado hasta el momento, aluden precisamente a esta sobrecarga para justificar la tendencia a excederse en las labores de cuidado que deben enfrentar. Así es frecuente que escuchemos frases del tipo “es que yo lo hago en dos minutos y si dejo que se vista solo puedo estar una hora”, “es que cuando ves el esfuerzo que le supone coger el vaso solo, me pongo tan nerviosa que acabo acercándoselo”, “total si a mi no me cuesta nada”, “es que luego se enfada o se pone muy nervioso o triste cuando lo intenta y no lo consigue”, “total ya tendrá tiempo de hacerlo por si mismo”…
Lo que estos cuidadores no se dan cuenta es que el beneficio de potenciar la autonomía de sus enfermos/as no es capricho de los profesionales, si no que les reporta un gran beneficio tanto a sus enfermos/as como a ellos mismos/as, aunque en muchas ocasiones sea más difícil potenciar dicha autonomía que “hacerlo uno mismo”. Por eso nos gustaría animar a todos los cuidadores/as a estimular a sus enfermos/as a realizar todas las actividades de la vida cotidiana y de ocio que puedan hacer por si mismos, puesto que si al principio estas iniciativas pueden llevarles algo más de tiempo a la larga reportará grandes beneficios para su enfermo/a y para él/ella misma.



ATENCION A CUIDADORES DE PERSONAS DEPENDIENTES



Como es bien sabido, la cantidad de personas que tienen a su cargo a enfermos con problemas de autonomía personal, y que precisan una atención constante y diaria, es muy elevada.

Esta tarea del cuidado familiar recae habitualmente sobre personas con un perfil bastante concreto: mujeres, con una media edad próxima a los 50 años, con una sobrecarga percibida muy elevada, progresivo aislamiento social, que carecen de conocimiento médicos, que frecuentemente presentan dificultades económicas… en general, la persona que es cuidadora se convierte en un nexo entre el enfermo y el mundo exterior, comprometiendo su vida sociolaboral para atender a las personas que de ellas dependen. El desgaste subsecuente suele conllevar consecuencias a niveles físico, psicológico y social, cuyos efectos se manifiestan en el denominado “síndrome del cuidador”.

Para responder a las necesidades asociadas al cuidado, las Administraciones Públicas están implementando recursos al amparo de la reciente Ley de Autonomía Personal (conocida como Ley de Dependencia). Sin embargo, esta dotación presupuestaria no es comparable con la atención prestada desde los ámbitos docente y universitario, donde apenas existe una oferta formativa seria que integre todos los recursos y avances logrados en el ámbito de la asistencia a estos cuidadores familiares, y que los presente de manera sistemática y con una perspectiva multidisciplinar a los profesionales que, día a día, atienden a los cuidadores de personas dependientes.

Con la creación del Master en Atención a Cuidadores de Personas Dependientes, la Universidad de Sevilla contribuye a mejorar la formación, a nivel universitario, de los profesionales que interactúan con cuidadores y/o enfermos dependientes.

Además, la presente página busca recopilar recursos de interés para estos profesionales, así como ofrecer un foro de intercambio (blog) que permita construir un espacio de información interactivo para todas las personas que dedican su labor profesional a potenciar que la vida de los cuidadores sea positiva y saludable.



AGRESION SEXUAL EN DONOSTIA

http://www.gara.net/azkenak/08/287693/eu/Nueva-agresion-sexual-una-menor-Donostia-e-intento-violacion-Bilbo

lunes, 22 de agosto de 2011

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martes, 16 de agosto de 2011

ASOCIACION ASADE: AYUDA A DOMICILIO

ASOCIACION ASADE: AYUDA A DOMICILIO

AYUDA A DOMICILIO

Desde hace más de 30 años, las cuidadoras hemos aprendido solas, hemos trabajado solas, y nuestra recompensa ha sido en la actualidad 0.

Si señores O, porque nos utilizan los políticos, los ayuntamientos, las empresas privadas, para su propio lucro, ya sea económico como de votos.

Si aqui en Donosti, no hubieramos utilizado la campaña electoral, las empresas privadas no habrían cedido un ápice en nuestras negociaciones.

Tenemos compañeras en otras provincias, que han pasado hambre, que han perdido sus casas, por no cobrar sus nóminas.

Y cuando conseguimos algo, QUE ES NUESTRO, se nos sigue exprimiendo igual que un puñado de naranjas.

SEAMOS SERIOS SEÑORES. En plena crisis económica, la ayuda a domicilio, la labor de tantas y tantas cuidadoras profesionales, de tantas mujeres que dejan de cotizar, pero no de trabajar, para cuidar de nuestros familiares es MUY NECESARIA, y se NOS UTILIZA, porque seguimos saliendo muy BARATAS.

HASTA CUANDO VAMOS A SEGUIR ASI?

viernes, 22 de julio de 2011

LA CUIDADORA PRINCIPAL

La figura de la trabajadora cuidadora profesional, forma parte de la red de atención a personas mayores y/o discapacitadas. Su atención es directa con el usuario, y es la figura má cercana conjuntamente con sus familiares, con  lo cual es el agente de cambio y recibe la información de primera mano.

Las cuidadoras profesionales complementan la intervención de otros profesionales en el área socio-sanitaria y de la red social natural de la persona usuaria.  Con lo cual, la dignificación de esta profesión ES IMPERATIVA.

Las cuidadoras dotan a las personas usuarias de sus servicios además de su magnifica labor, de apoyo emocional e instrumental, y por lo tanto actúan como un factor preventivo de patologías tanto psíquicas como físicas.

Hay una relación constante entre el apoyo social y la salud, como protección frente al estrés y las crisis.

PERO QUIEN SE ENCARGA DE APOYAR A LAS CUIDADORAS PROFESIONALES Y/O PRINCIPALES DENTRO DEL AMBITO FAMILIAR.

QUIEN LAS PROTEGE DE SUS BAJAS POR ESFUERZOS FISICOS, DE SUS ESTRES, DE SUS CRISIS DE ANSIEDAD, DE SUS DEPRESIONES. QUIEN LAS DIGNIFICA.

DE MOMENTO, ELLAS SOLAS, CON AYUDAS DE FARMACOS, CON DESPIDOS, SIN COTIZACION, SIN APOYO DE LOS GOBIERNOS, DE LAS DIPUTACIONES, DE LOS AYUNTAMIENTOS.

SI SRES POLITICOS, SOMOS IMPORTANTES CUANDO EXISTEN ELECCIONES, SOMOS IMPORTANTES COMO NEGOCIO, Y ¿ POR ELLO NOS DEJAN EN LA CALLE SIN COBRAR, COMO A NUESTRAS COMPAÑERAS DE JEREZ? ¿ NOS DEJAN SIN JUBILACION POR NO PODER COTIZAR CUANDO CUIDAMOS DE NUESTROS FAMILIARES, Y TENEMOS QUE DEJAR NUESTRO TRABAJO?

AHORA RESULTA QUE LA LEY DE DEPENDENCIA ES CARA, QUE SE LLEVA LOS MAYORES PRESUPUESTOS DE LOS GOBIERNOS. PUES SEÑORES, LA POBLACION ENVEJECE, MUERE MAS TARDE, DAMOS DE COMER A LAS CIAS FARMACEUTICAS, A TODAS LAS EMPRESAS PRIVADAS QUE SE DEDICAN A LABORES SOCIALES.

REPARTAN MEJOR EL DINERO, MEJOR DICHO, NUESTROS IMPUESTOS, Y CUIDAREMOS DE NUESTROS FAMILIARES, DE SUS FAMILIARES, CON DIGNIDAD, CON SUELDO Y CON COTIZACION.

QUE PENA NO TENER COMO SEGUNDA PROFESION LA DE DIPUTADOS, SENADORES, ALCALDES, CONCEJALES. QUE PENA QUE NO PODAMOS JUBILARNOS NO COMO ELLOS SINO CON EL MISMO DINERO QUE ELLOS. QUE PENA, QUE POCO DIGNIFICADAS ESTAMOS.

LAS TAREAS DEL HOGAR SERAN COMPENSADAS ECONOMICAMENTE

http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fes.noticias.yahoo.com%2Ftareas-dom%25C3%25A9sticas-matrimonio-ser-compensadas-divorcio-141228798.html&h=WAQDBb5J1

lunes, 17 de enero de 2011

NOGAL DE ORO 2011

El día 20 de Enero a las 19,00 horas, Intxaur Txiki Danborrada entregará el NOGAL DE ORO 2011, a Doña Mª Eugenia Pardo Carasa, como representante legal de la Asociación ASADE, y el diploma oficial de dicho premio a Doña Arantxa Guembe Villafranca, por la ayuda y colaboración desinteresada ofrecida, así como por la labor realizada en contra del maltrato infantil, acoso escolar y violencia machista.

Aprovechamos para recordarles de que dicho NOGAL DE ORO, ha sido entregado con anterioridad a JUAN MARI ARZAK y a GRAFICAS ONDARRIBI.




IGUALDAD DE GENERO