lunes, 28 de abril de 2014

CUIDADORAS, UNA CONTRADICCION EN LA IGUALDAD DE GENERO

El término "calidad de vida en el trabajo" incluye otros aspectos tales como autonomía, promoción y formación.

.

Y ahí entra la contradicción en la igualdad de género. Las mujeres cuidadoras.

Las mujeres cuidamos vitalmente a los otros (desde su infancia hasta su muerte). Cuidamos su desarrollo, su progreso, su bienestar, su vida y su muerte.

Se nos dice que la condición de cuidadoras nos gratifica afectivamente, pero el mundo está gobernado por el dinero, por el poder político,  por lo que cobramos profesionalmente o no cobramos en el ámbito familiar.

Y esto no es gratificante, es amoral, es una utilización simple y dura de nuestra condición de mujeres. Es una contradicción, una desigualdad y una verdadera injusticia, porque nuestra sensibilidad en los cuidados son explotados por el poder político.

Nos obligan a descuidarnos para cuidar a los demás. Nuestro tiempo, nuestras energías, sirven de inversión y lucro para los recursos cuyos destinatarios no somos nosotras.

Como siempre hemos cuidado a otros a la manera tradicional, se inventa en los años 70 el oficio de cuidadoras, con ánimo de lucro. Pero un lucro que desprotege a la mujer, que no permite conciliar su vida personal con la familiar ni laboral, que la desgasta psíquica y físicamente.

El resultado son millones de mujeres atrapadas en la relación inequitativa entre cuidar y desarrollarse. La cultura patriarcal, fomenta en las mujeres la satisfacción del cuidado, convertido en deber histórico, y por tanto en la necesidad social de participar en procesos educativos, laborales y políticos para sobrevivir en esa sociedad capitalista.

Pero las mujeres sabemos hoy en día que esto es contradictorio, no es equitativo, no ES IGUALDAD Y NO ES CONCILIACION.

Los hombres se posicionan muy poco a poco en los espacios domésticos, laborales e institucionales cuando se trata de cuidar, porque ellos no pueden descuidarse, nosotras si. Nosotras podemos dejar de trabajar para cuidar, podemos reducir nuestra jornada de trabajo o solicitar excedencias, ellos no.

Nuestra pregunta es ¿ Cuidar a un semejante es ser inferior?  El cuidado es una de las mayores contradicciones de género entre mujeres y hombres, es uno de los mayores obstáculos en el camino a la igualdad por su inequidad. Por ello, debemos romper con la naturalidad del cuidado por género.

El feminismo ha denunciado la explotación de las mujeres a través del trabajo invisible y de la desvalorización de muchas de sus actividades, incluido el trabajo asalariado. Sin embargo, el deber de las mujeres de ser cuidadoras, la doble jornada y su resultante doble vida, obliga a esta sociedad a replantearse que deben efectuarse cambios muy profundos en la organización socioeconómica, en la división del trabajo, de los espacios, en el monopolio masculino de dinero, los bienes económicos y en la sociedad y el Estado. Los cambios deben producirse en las mentalidades de las mujeres, para luchar por ellos. No se puede seguir aceptando que la mujer puede con todo. Y si puede, no debe.

Los cuidados son gratificantes si no son una pura explotación para las mujeres. Son gratificantes si mejoran la calidad de vida de las mujeres, liberando su tiempo para su desarrollo personal.

Y las mujeres no podemos pensar que hemos logrado todas las metas de transformación de género cuando el género es su categoría social, porque pertenecemos a la mayoría pobre y cuidadora del mundo.

La idea fuerza en torno al cuidado es la valoración de la dimensión empática y solidaria del cuidado que no conduce al descuido ni está articulado a la opresión.

De ahí la contribución de las feministas: primero, al visibilizar y valorar el aporte del cuidado de las mujeres al desarrollo y el bienestar de los otros; segundo, con la propuesta del reparto equitativo del cuidado en la comunidad, en particular entre mujeres y hombres, y entre sociedad y Estado. Y, tercero, la resignificación del contenido del cuidado como el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograr que la vida de cada persona, de cada mujer, esté basada en la vigencia de sus derechos humanos. En primer término, el derecho a la vida en primera persona.

Y ahora trataremos el tema de los cuidados a nivel profesional, y en concreto el servicio de ayuda domiciliaria, de la cual nuestra Asociación se hace eco.

Debido al envejecimiento de la población en Euskadi, surge la necesidad de atender en su propio domicilio, por  los cambios del modelo familiar, a las personas mayores.



Para atender esta gran necesidad en la sociedad, se recurre a 2 colectivos feminizados:
.- Mujeres que forman parte de unidades familiares desestructuradas (divorciadas, viudas, madres solteras, en definitiva MONOPARENTALES)
.- Mujeres, que a consecuencia de la reestructuración laboral, tienen a su cargo, el peso de la familia como tal, debido a que sus cónyuges se encuentran en situación de desempleo y con una edad de difícil acceso al mercado laboral.
Por consiguiente, ante esta necesidad, se IMPROVISA a lo largo de los años, para dar BIENESTAR SOCIAL a los usuarios que atendemos, sin tener en cuenta, el BIENESTAR SOCIAL de las propias mujeres, el cuidado a nivel profesional.
Remarcamos únicamente MUJERES, ya que esta sociedad se vuelve a olvidar de los derechos de las mismas.
Se crea una verdadera DESIGUALDAD a todos los niveles, ya que utilizan descaradamente a las mujeres, para efectuar unos cuidados, que sobreentienden son tarea exclusiva de ellas, sin ningún tipo de formación profesional, ni reconocimiento social y mucho menos a nivel laboral, ya que:
A partir del año 1982, la Administración se ve abocada a regularizar el sector de ayuda a domicilio,  debido a las irregulares laborales, e ilegalidad patente en cuanto a la contratación del colectivo que han utilizado.
En unos casos, entran empresas de limpieza, y en otros, las propias trabajadoras se constituyen en sociedad cooperativa sin ánimo de lucro, para cubrir un servicio enmarcado dentro de la actual Ley de Dependencia.
 El aumento de este servicio de apoyo tanto a las personas mayores como el respiro del familiar (otra vez mujeres), y el incremento de las necesidades que se van incorporando dentro del departamento de Bienestar Social, donde se incluyen a dependientes como:
.-  Niños tutelados o de acogida
.- Niños con discapacidades (psíquicas y/o físicas)
.- Adultos con las mismas características anteriores
.- Personas con exclusión social.
.- Colectivos  donde no se incluyen únicamente marginados, por el cambio de perfil del usuario.

OBLIGA a los Servicios Sociales, a implantar un protocolo de actuación, a exigir a las empresas encargadas del servicio de ayuda a domicilio  a formar profesionales del sector, dada la complejidad de los colectivos a los cuales hay que dar atención, pero contando siempre con las mismas profesionales del sector .
La intervención social se organiza en torno a la noción de “ayuda” con el objeto de mantener y respetar todas las potencialidades de los individuos, es decir su autonomía, permaneciendo en su medio habitual de vida.
Si el objetivo básico es incrementar la autonomía personal en el medio habitual de vida, la estructuración de este servicio denota una baja calidad.
 No se puede admitir que los CONCURSOS PÚBLICOS donde se prestan servicios sociales en beneficio de la comunidad, con dinero público, se otorguen a empresas privadas, con ánimo de lucro, y además se valore con una importante puntuación, la concesión del servicio de ayuda a domicilio, por  el precio/hora, que generalmente se adjudica a la empresa que oferta a la baja fines de lucro para dichas empresas, A costa DEL ESFUERZO, PROFESIONAL, PRECARIEDAD LABORAL, Y PÉSIMAS CONDICIONES SALARIALES, DE LAS PROFESIONALES QUE EJECUTAN EL PROPIO SERVICIO DE AYUDA A DOMICILIO.
No se puede permitir que las auxiliares domiciliarias desarrollen su trabajo en diversos domicilios de los usuarios, NO contabilizando el tiempo de desplazamiento como trabajo efectivo, ocasionando que su jornada diaria y semanal supere la cantidad de horas contratadas, PORQUE INCUMPLE SU DERECHO A CONCILIAR.
 En resumen, el objetivo general de los SAD se debería desarrollar para beneficio de los usuarios, y no para lucrarse ninguna empresa privada, a costa  de las propias trabajadoras que ejecutan el servicio de ayuda a domicilio, y de los propios usuarios que deben soportar los intereses privados de dichas empresas
EN CUALQUIER CASO, CUANDO SE TRATA DE UN SERVICIO PÚBLICO, LA RESPONSABILIDAD DE SU CALIDAD CORRESPONDE SIEMPRE A LA INSTITUCIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DE QUIEN DEPENDE, YA SEA LOCAL, PROVINCIAL O AUTONÓMICA.
Todos los estudios indican que, debido al aumento del envejecimiento de la población, el coste económico de sus necesidades dentro de los servicios sociales, va a ser difícilmente soportable.
Por consiguiente: Si no conseguimos cambios conductuales en los usuarios, tendentes a mejorar su calidad de vida, si no fomentamos el desarrollo de hábitos saludables,  si no potenciamos el desarrollo de actividades en la propia casa,  dentro de las posibilidades del usuario, si no adecuamos el servicio de ayuda a domicilio, establecido con unos fines muy específicos y si  no se trabaja en la dirección de prevenir y rehabilitar al usuario en su entorno de vida.

Aumentaremos el grado de dependencia y su coste económico.

EL SERVICIO DE AYUDA A DOMICILIO, es el pilar fundamental de la LEY DE DEPENDENCIA, dentro de los propios SERVICIOS SOCIALES
A lo largo de todos estos años, todas las políticas encauzadas hacia un modelo de atención comunitaria, han ido encaminadas al mantenimiento de las personas en su entorno de vida, como derecho fundamental, y además como política económica sostenible.


LA MAYOR DIGNIFICACION DE LAS MUJERES CUIDADORAS ESTRIBA EN UNA MAYOR FORMACION PROFESIONAL, MEJORES SALARIOS Y CONDICIONES LABORALES.
LOS BENEFICIOS ECONOMICOS Y EL BIENESTAR SOCIAL, DEBEN REPARTIRSE EQUITATIVAMENTE, SIN DISCRIMINACIONES DE NINGUN TIPO.


Elaborado por:
Mª Eulalia Díaz Aguado Jalón
Técnico Superior en atención a personas dependientes.
Delegada de Prevención de Riesgos Laborales.
Delegada Sindical de ASADE.
Experta en intervención con Mujeres víctimas de Violencia de Género.

Mª Eugenia Pardo Carasa

Técnico Superior en Igualdad de Género
Técnico de formación en Igualdad de Género
Delegada de Prevención de Riesgos Laborales
Auxiliar Domiciliaria
Secretaria General del Sindicato Profesional ASADE
Presidenta de la Asociación ASADE