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Y ahí entra la contradicción en
la igualdad de género. Las mujeres cuidadoras.
Las mujeres cuidamos vitalmente a
los otros (desde su infancia hasta su muerte). Cuidamos su desarrollo, su
progreso, su bienestar, su vida y su muerte.
Se nos dice que la condición de
cuidadoras nos gratifica afectivamente, pero el mundo está gobernado por el
dinero, por el poder político, por lo
que cobramos profesionalmente o no cobramos en el ámbito familiar.
Y esto no es gratificante, es
amoral, es una utilización simple y dura de nuestra condición de mujeres. Es
una contradicción, una desigualdad y una verdadera injusticia, porque nuestra
sensibilidad en los cuidados son explotados por el poder político.
Nos obligan a descuidarnos para
cuidar a los demás. Nuestro tiempo, nuestras energías, sirven de inversión y
lucro para los recursos cuyos destinatarios no somos nosotras.
Como siempre hemos cuidado a
otros a la manera tradicional, se inventa en los años 70 el oficio de
cuidadoras, con ánimo de lucro. Pero un lucro que desprotege a la mujer, que no
permite conciliar su vida personal con la familiar ni laboral, que la desgasta
psíquica y físicamente.
El resultado son millones de
mujeres atrapadas en la relación inequitativa entre cuidar y desarrollarse. La
cultura patriarcal, fomenta en las mujeres la satisfacción del cuidado,
convertido en deber histórico, y por tanto en la necesidad social de participar
en procesos educativos, laborales y políticos para sobrevivir en esa sociedad
capitalista.
Pero las mujeres sabemos hoy en
día que esto es contradictorio, no es equitativo, no ES IGUALDAD Y NO ES
CONCILIACION.
Los hombres se posicionan muy
poco a poco en los espacios domésticos, laborales e institucionales cuando se
trata de cuidar, porque ellos no pueden descuidarse, nosotras si. Nosotras
podemos dejar de trabajar para cuidar, podemos reducir nuestra jornada de
trabajo o solicitar excedencias, ellos no.
Nuestra pregunta es ¿ Cuidar a un
semejante es ser inferior? El cuidado es
una de las mayores contradicciones de género entre mujeres y hombres, es uno de
los mayores obstáculos en el camino a la igualdad por su inequidad. Por ello,
debemos romper con la naturalidad del cuidado por género.
El feminismo ha denunciado la
explotación de las mujeres a través del trabajo invisible y de la
desvalorización de muchas de sus actividades, incluido el trabajo asalariado.
Sin embargo, el deber de las mujeres de ser cuidadoras, la doble jornada y su
resultante doble vida, obliga a esta sociedad a replantearse que deben
efectuarse cambios muy profundos en la organización socioeconómica, en la
división del trabajo, de los espacios, en el monopolio masculino de dinero, los
bienes económicos y en la sociedad y el Estado. Los cambios deben producirse en
las mentalidades de las mujeres, para luchar por ellos. No se puede seguir
aceptando que la mujer puede con todo. Y si puede, no debe.
Los cuidados son gratificantes si
no son una pura explotación para las mujeres. Son gratificantes si mejoran la
calidad de vida de las mujeres, liberando su tiempo para su desarrollo
personal.
Y las mujeres no podemos pensar
que hemos logrado todas las metas de transformación de género cuando el género
es su categoría social, porque pertenecemos a la mayoría pobre y cuidadora del
mundo.
La idea fuerza en torno al cuidado es la valoración de la dimensión empática y solidaria del cuidado que no conduce al descuido ni está articulado a la opresión.
De ahí la contribución de las feministas: primero, al visibilizar y valorar el aporte del cuidado de las mujeres al desarrollo y el bienestar de los otros; segundo, con la propuesta del reparto equitativo del cuidado en la comunidad, en particular entre mujeres y hombres, y entre sociedad y Estado. Y, tercero, la resignificación del contenido del cuidado como el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograr que la vida de cada persona, de cada mujer, esté basada en la vigencia de sus derechos humanos. En primer término, el derecho a la vida en primera persona.
La idea fuerza en torno al cuidado es la valoración de la dimensión empática y solidaria del cuidado que no conduce al descuido ni está articulado a la opresión.
De ahí la contribución de las feministas: primero, al visibilizar y valorar el aporte del cuidado de las mujeres al desarrollo y el bienestar de los otros; segundo, con la propuesta del reparto equitativo del cuidado en la comunidad, en particular entre mujeres y hombres, y entre sociedad y Estado. Y, tercero, la resignificación del contenido del cuidado como el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograr que la vida de cada persona, de cada mujer, esté basada en la vigencia de sus derechos humanos. En primer término, el derecho a la vida en primera persona.
Y ahora trataremos el
tema de los cuidados a nivel profesional, y en concreto el servicio de ayuda
domiciliaria, de la cual nuestra Asociación se hace eco.
Debido al envejecimiento de la
población en Euskadi, surge la necesidad de atender en su propio domicilio, por
los cambios del modelo familiar, a las
personas mayores.
Para atender esta gran necesidad en
la sociedad, se recurre a 2 colectivos feminizados:
.- Mujeres que forman parte de
unidades familiares desestructuradas (divorciadas, viudas, madres solteras, en
definitiva MONOPARENTALES)
.- Mujeres, que a consecuencia de la
reestructuración laboral, tienen a su cargo, el peso de la familia como tal,
debido a que sus cónyuges se encuentran en situación de desempleo y con una
edad de difícil acceso al mercado laboral.
Por consiguiente, ante esta
necesidad, se IMPROVISA a lo largo de los años, para dar BIENESTAR SOCIAL a los
usuarios que atendemos, sin tener en cuenta, el BIENESTAR SOCIAL de las propias
mujeres, el cuidado a nivel profesional.
Remarcamos únicamente MUJERES, ya
que esta sociedad se vuelve a olvidar de los derechos de las mismas.
Se crea una verdadera DESIGUALDAD a
todos los niveles, ya que utilizan descaradamente a las mujeres, para efectuar
unos cuidados, que sobreentienden son tarea exclusiva de ellas, sin ningún tipo
de formación profesional, ni reconocimiento social y mucho menos a nivel
laboral, ya que:
A partir del año 1982, la
Administración se ve abocada a regularizar el sector de ayuda a domicilio, debido a las irregulares laborales, e
ilegalidad patente en cuanto a la contratación del colectivo que han utilizado.
En unos casos, entran empresas de
limpieza, y en otros, las propias trabajadoras se constituyen en sociedad
cooperativa sin ánimo de lucro, para cubrir un servicio enmarcado dentro de la actual
Ley de Dependencia.
El aumento de este servicio de apoyo tanto a
las personas mayores como el respiro del familiar (otra vez mujeres), y el
incremento de las necesidades que se van incorporando dentro del departamento
de Bienestar Social, donde se incluyen a dependientes como:
.- Niños
tutelados o de acogida
.- Niños con discapacidades (psíquicas y/o
físicas)
.- Adultos con las mismas características
anteriores
.- Personas con exclusión social.
.- Colectivos
donde no se incluyen únicamente marginados, por el cambio de perfil del
usuario.
OBLIGA a los Servicios Sociales, a implantar un protocolo de actuación, a
exigir a las empresas encargadas del servicio de ayuda a domicilio a formar profesionales del sector, dada la
complejidad de los colectivos a los cuales hay que dar atención, pero contando
siempre con las mismas profesionales del sector .
La intervención social se organiza
en torno a la noción de “ayuda” con el objeto de mantener y respetar todas las
potencialidades de los individuos, es decir su autonomía, permaneciendo en su
medio habitual de vida.
Si el
objetivo básico es incrementar la autonomía personal en el medio habitual de
vida, la estructuración de este servicio denota una baja calidad.
No se puede admitir que los CONCURSOS PÚBLICOS
donde se prestan servicios sociales en beneficio de la comunidad, con dinero
público, se otorguen a empresas privadas, con ánimo de lucro, y además se
valore con una importante puntuación, la concesión del servicio de ayuda a
domicilio, por el precio/hora, que
generalmente se adjudica a la empresa que oferta a la baja fines de lucro para
dichas empresas, A costa DEL ESFUERZO, PROFESIONAL, PRECARIEDAD LABORAL, Y
PÉSIMAS CONDICIONES SALARIALES, DE LAS PROFESIONALES QUE EJECUTAN EL PROPIO
SERVICIO DE AYUDA A DOMICILIO.
No se
puede permitir que las auxiliares domiciliarias desarrollen su trabajo en
diversos domicilios de los usuarios, NO contabilizando el tiempo de
desplazamiento como trabajo efectivo, ocasionando que su jornada diaria y
semanal supere la cantidad de horas contratadas, PORQUE INCUMPLE SU DERECHO A
CONCILIAR.
En resumen, el objetivo general de los SAD se
debería desarrollar para beneficio de los usuarios, y no para lucrarse ninguna
empresa privada, a costa de las propias
trabajadoras que ejecutan el servicio de ayuda a domicilio, y de los propios
usuarios que deben soportar los intereses privados de dichas empresas
EN
CUALQUIER CASO, CUANDO SE TRATA DE UN SERVICIO PÚBLICO, LA RESPONSABILIDAD DE
SU CALIDAD CORRESPONDE SIEMPRE A LA INSTITUCIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DE QUIEN
DEPENDE, YA SEA LOCAL, PROVINCIAL O AUTONÓMICA.
Todos los
estudios indican que, debido al aumento del envejecimiento de la población, el
coste económico de sus necesidades dentro de los servicios sociales, va a ser difícilmente
soportable.
Por consiguiente: Si no conseguimos
cambios conductuales en los usuarios, tendentes a mejorar su calidad de vida, si
no fomentamos el desarrollo de hábitos saludables, si no potenciamos el desarrollo de
actividades en la propia casa, dentro de
las posibilidades del usuario, si no adecuamos el servicio de ayuda a
domicilio, establecido con unos fines muy específicos y si no se trabaja en la dirección de prevenir y
rehabilitar al usuario en su entorno de vida.
Aumentaremos el grado de dependencia y su coste
económico.
EL
SERVICIO DE AYUDA A DOMICILIO, es el pilar fundamental de la LEY DE
DEPENDENCIA, dentro de los propios SERVICIOS SOCIALES
A lo
largo de todos estos años, todas las políticas encauzadas hacia un modelo de
atención comunitaria, han ido encaminadas al mantenimiento de las personas en
su entorno de vida, como derecho fundamental, y
además como política económica sostenible.
LA MAYOR DIGNIFICACION DE LAS MUJERES CUIDADORAS
ESTRIBA EN UNA MAYOR FORMACION PROFESIONAL, MEJORES SALARIOS Y CONDICIONES
LABORALES.
LOS BENEFICIOS ECONOMICOS Y EL BIENESTAR SOCIAL,
DEBEN REPARTIRSE EQUITATIVAMENTE, SIN DISCRIMINACIONES DE NINGUN TIPO.
Elaborado
por:
Mª
Eulalia Díaz Aguado Jalón
Técnico Superior en atención a
personas dependientes.
Delegada de Prevención de Riesgos
Laborales.
Delegada Sindical de ASADE.
Experta en intervención con
Mujeres víctimas de Violencia de Género.
Mª Eugenia Pardo Carasa
Técnico Superior en Igualdad de
Género
Técnico de formación en Igualdad
de Género
Delegada de Prevención de Riesgos
Laborales
Auxiliar Domiciliaria
Secretaria General del Sindicato
Profesional ASADE
Presidenta de la Asociación ASADE