Resulta
fundamental comprender cuál es la naturaleza de la relación entre
las instituciones económicas, las mujeres y el universo simbólico
que envuelve al género. Estas relaciones benefician o perjudican la
evolución de las profesiones que tradicionalmente han ocupado las
mujeres, ya que este universo simbólico se ha establecido en torno
al ámbito doméstico.
Los
problemas que plantea el hecho de la invisibilidad de las mujeres así
como la invisibilidad de su aporte a la economía, repercute
directamente en una profesión, que fundamentalmente ha estado ligada
a lo largo de la historia a
las
mujeres .
Cuando
hablamos de cuidados, hablamos de precariedad. Como lo expresa el
Plan Municipal de Apoyo a las personas cuidadoras, habrá que prestar
especial atención a los efectos de la crisis en el trabajo
doméstico, en las tareas de cuidado y en los servicios empleados
para la conciliación. En caso de problemas económicos, las familias
suelen renunciar a pagar servicios profesionales para que sean
asumidos, en todavía mayor medida, por las mujeres que las componen.
Por
ello vemos indispensable seguir con un asesoramiento integral, que
respalde a las mujeres, cuando el día a día se hace insoportable,
cuando el cuidado debe ser elegido y no impuesto, cuando las
situaciones de vulnerabilidad social y laboral nos obliga a asumir
cuidados en forma de explotación social y laboral.
El
cuidado centrado en las personas tiene que ir acompañado de una
dignidad, de una autonomía y de una independencia, tanto para las
personas que cuidamos como para las personas cuidadoras.
La
comunicación es esencial para tratar con personas dependientes, y
ello implica una adecuada formación, porque nadie nace sabiendo.
No
podemos confundir el día a día en nuestros hogares, con el cuidado
que debemos ejercer hacia nuestros dependientes. Por ello no podemos
confundir las tareas domésticas y de cuidado informal, con las
tareas de cuidado profesional, unas tareas que inciden muy
directamente en la salud mental y física de todas las personas
integrantes.
No
podemos utilizar la mano de obra barata para atender a nuestros seres
queridos. La mano de obra tiene que servir para coordinar y compartir
los cuidados que brindamos, no para desentendernos de ellos por ser
una carga añadida o para desarrollarnos en otra actividad o
profesión.
Por
ello la contratación masiva de mujeres para las tareas de cuidado en
nuestros hogares debe efectuarse en condiciones dignas, que permitan
a las dos partes su dignidad, autonomía e independencia, unida a la
conciliación de nuestra vida laboral con la personal y familiar.
Nuestro
asesoramiento va dirigido tanto a los empleadores como a las personas
que se contratan:
.-
En la contratación a nivel legal y de sensibilización para igualar
oportunidades.
.-
En la conciliación de la vida familiar con la laboral, transfiriendo
buenas prácticas para la equidad.
.-
En las ayudas económicas a las que pueden optar
.-
En las ayudas sociales a las que pueden acudir
.-
En las políticas de servicio (información de recursos
socio-sanitarios)
.-
En las adaptaciones de su puesto de trabajo para conciliar
(reducciones, excedencias, flexibilidad de horarios, etc)
.-
En las políticas de buenas prácticas y trabajo profesional .
El
diseño de medidas que permitan conciliar el trabajo y las cargas
familiares, combatir las desigualdades salariales y jerárquicas o
difundir la importancia de la corresponsabilidad en las tareas
tradicionalmente femeninas, supone no sólo comenzar a invertir
ciertas costumbres arraigadas en la sociedad, sino también generar
un cambio de mentalidad respecto al concepto mismo de igualdad de
oportunidades, entendido como un derecho de las mujeres y un deber de
la sociedad en su conjunto, y no como una demanda aislada
de
unas pocas personas.
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